El Mundo Today

2011/08/07

Lobotomías 1



He tenido un sueño. Uno que me visita de vez en cuando, una escena de Belle de Jour que toca en mi interior un rinconcito gelatinoso y dulce que la reclama una y otra vez como imagen recurrente.

Catherine Deneuve, bellísima, sofisticada, elegante, es atada a un árbol por sus criados. Luego la fustigan y le lanzan excrementos de vaca. En su rostro hay una expresión de placer como pocas veces se ha visto en el cine.

En mi sueño suplanto a uno de los criados y saboreo el blando tacto de una porción de estiércol, lo amaso y redondeo sin prisa, deleitándome en el calor vivo que rezuma. Soy el niño que fui en las mañanas nevadas de mi infancia, y todo el campo se ha cubierto de un maloliente manto marrón verdoso de nubes de vientre flojo. Las bolas de mierda revientan en la bella, que gime con cada impacto y yo por momentos me siento más audaz y más ansioso y me acerco. Renuncio al lanzamiento y, ya a su lado, soy blanco como ella de los otros criados mientras mis manos rebozan su cuerpo con el maná caliente.

Espero no escandalizarte. No sé qué pensarás de mí tras esta pequeña confesión de mi morboso sueño ni cuál es el motivo que me mueve a describírtelo. Cuando se repite, es tal la intensidad con la que impregna mi mente que paso el día entero sin poder quitármelo del pensamiento; incluso me descubro frotándome las manos en el pantalón para limpiármelas antes de coger algún objeto. Qué oscuros rincones alberga la mente, con qué malsanos deleites nos sorprende a veces. En fin…

Las fiestas han acabado y tú no has aparecido. La ciudad está hoy como a ti te gusta, cansada y lenta, abotargada en la resaca general que flota en el aire. Ha amanecido nublado y los barrenderos se afanan entre un vaho de silencio en retirar la alfombra de basura. Recorren las calles escobeando vasos, ecos y serpentinas sucias y despertando a los últimos borrachos que los rehuyen como si fueran guadañas lo que portaran.

Un año más me has negado el placer de tu visita y he de decirte que te eché de menos. Vi a tu hermana y me contó de tus quehaceres, tan intensos y apretados que seguiré conformándome con saber de ti por carta.

Te hablaría del trabajo, pero este ambiente de resaca me invita al sopor y a la siesta me dirijo.

Un abrazo


F

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